19.10.16

En mi amor todo es pérdida...


Martes [diciembre de 1957] 

Abandono completo. No hay solución. La esperanza ha lanzado un último estertor. Mirad sus ojos abiertos, enfocados hacia un cielo de ausencia, contemplad sus manos lastimadas por la incomprensión. Aprended de su sonrisa bañada de asco, de su piel transida de miedo. Llorad, es necesario llorar toda la vida, porque mi esperanza ha muerto.

La mañana para llorar. La noche para desear. La tarde para jugar a la vida.

¿Renace la alegría? No. Es el amor que encendió un fuego cerca de mi corazón.

Existe alguien, alguien como tú o él, alguien que llora y tiene manos, alguien con un barco dentro de cada ojo, alguien cuyos labios tienen gusto a la sonrisa del mar cuando el sol lo saluda, alguien de cuya frente surgen canciones inmemoriales, alguien con un corazón mensajero que lleva cartas al infinito, alguien, en suma, como tú y como él. Y ese alguien es mi amor. Aunque yo sea una mendiga despreciada, aunque mis ojos hayan sido secuestrados por el llanto, aunque yo corra, de calle en calle, y me arrastre con un bicho dentro y aunque el bicho me muerda y me haga aullar, él es el que yo amo. (Y no cierro los ojos al decirlo.)

Excitación. Vértigo. Ganas de subirme a una estrella y decirle: Amo.

En mi amor todo es pérdida. Pero he aquí mis ojos lucientes como perros rabiosos. He aquí mis manos dulces como la lluvia. En mi amor todo es pérdida. (Hoy y siempre debo recordarlo. Hoy y siempre.)



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Texto: Diario, cuaderno de 1957 a 1960 (Lumen, 2013).
Imagen: fotografía de Annette Pehrsson.

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